Nota del autor

Foto de Juani Olivas García

El embrión de algunos de los poemas que componen este libro surgió en el año 2007, puede que antes. Pero, como le he oído a Villoro, yo prefiero trabajar sobre un monstruo (que diría Gil de Biedma), antes que sobre la hoja en blanco. El proceso de elaboración se parece al de un vino: lo guardo en distintas barricas y lo voy aireando y recomponiendo tantas veces que algunos acumulan docenas de versiones. Y no hago constar este detalle para encarecer lo que tiene que defenderse por sí solo, puesto que ningún proceso valida por sí mismo ni un vino ni nada, sino por el gusto de compartir secretos de cocina.

Parte fundamental de la elaboración ha sido pedir a algunos amigos, en cuyo criterio confío, que hagan una cata y analicen la evolución del poemario con ojos diferentes a los del que lo va condimentando. La larga evolución de El otro ser ha facilitado que lo escrutasen y que aportasen observaciones en distintos momentos amigos como Karmelo Iribarren, Javier Lorenzo Candel, Verónica Hernández, Eloy Sánchez Rosillo o Miguel d´Ors. Este último me lo ha ensangrentado un par de veces, según sus propias palabras. Que te destrocen (constructivamente) el libro tus maestros es un privilegio impagable.

Ni que decir tiene que las aportaciones de todos ellos han sido utilísimas y que, si hay algo en el resultado final que pueda resultarle digno al lector, más que probablemente se debe a consejos concretos que he decidido aceptar. Aunque es cierto también que todos los que lo leyeron encontrarán nuevos cambios y nuevos errores que desfiguran la versión que pasó por sus manos.

Como soy un sedentario irredento, la mayoría de los poemas están datados en Chinchilla, ciudad en la que vivo. He aquí algunas dedicatorias que considero oportuno consignar al final para no distraer de la lectura:

Selfie es para Javier Sánchez Menéndez, cuya generosidad me tiene aún patidifuso.

Sordera, para Javier Lorenzo Candel.

Aquí había una casa es para mis hermanas María y Pilar.

Buitres, para mis amigos León Molina y Ana Sotos, con quienes compartimos la experiencia que dio pie al poema.

Partir el pan, para Miguel d´Ors, a quien reitero mi agradecimiento.

Más afán que propósito y Holograma, para Verónica Hernández, a quien debería dedicarle el libro entero.

Cucarachas en la cochera, para Donald Trump.

El juego de las voces, a Tanausú, Ardiel y Amanda.

Mi primer tresmil, a Juanjo Jiménez y Telia, mis guías.

Lo que hay que oír, a mis alumnas y alumnos de Educación Física, con la esperanza de que finalmente me entiendan.

Audacias, a Frutos Soriano, el que me introdujo en los haikus y me enseñó la escolopendra, aunque yo no era ya tan niño.

Cafés literarios, a Eloy Cebrián y Antonio García Muñoz.

Lectura, a Antonio Cabrera.

Caza menor, a Pepe Corredor Matheos.

El ruiseñor, a Eloy Sánchez Rosillo.

 


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Tres poemas leídos en la Fonoteca Española de Poesía

Si quieres oírlos, enlaza aquí:   https://thebooksmovie.com/arturo-tendero/