Selfie
Bien
entrada la noche
de
agosto y con calor aún, como llamado
por un presentimiento, alzo la vista:
y ahí,
donde han estado siempre,
palpitan
las estrellas.
Me
fijo en lo profundo, donde solo
nos
cabe aventurar las matemáticas,
y dejo
que me bañe entero el espectáculo:
desde
el chisporroteo del big bang
hasta
esta hora secreta de un planeta
que
gira ensimismado.
Me
asombran esas ondas
que
llegan hasta mí parpadeando
después
de recorrer tanto silencio
y a
tal velocidad
que no
cabe pensar,
solo
aceptarlas.
La
rauda eternidad
se
exhibe quieta
a este
humilde mortal
que la
contempla
sentado
en una silla
de anea
en la terraza.
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